martes, 23 de abril de 2013

Que empiece la función

El mitin lleva acompañando a las campañas electorales durante muchos años. Se trata del discurso como estrategia de naturaleza política. Muchos han sido los políticos que han trasladado sus ideas a la gente desde el atril de forma aparentemente espontánea, o eso es lo que intentan transmitir. Sin embargo, detrás del mitin hay un enorme trabajo y supone una gran estrategia de comunicación, tanto verbal como no verbal. En una entrevista realizada a Antonio Laguna, definió el mitin como “un elemento de potenciación del militante, de reafirmación de los propios” “La clave es tener el control para que una simple anécdota no se convierta en noticia. O lo tienes o no eres nadie.”
   Mariano Rajoy en el mitin de cierre de la campaña 
   electoral de 2011 en el Palacio de Deportes de Madrid.
    Fotografía: MÓNICA PATXOT. Fuente: Público.es

Para empezar, los lugares en los que se realizan los mítines se preparan con equipos de música e iluminación, zona de prensa, y un adornado escenario donde destacan los colores que representan al propio partido político. A los asistentes, se les obsequia con algún elemento que cree fervor en momentos efusivos del discurso, como son en muchos casos las banderas del mismo color que la decoración. Por supuesto, hay una persona encargada de indicar al público cuándo tienen que aplaudir, levantarse o agitar las banderas, logrando así una espectacularización.
La colocación de los asistentes al mitin tampoco es casualidad. El público joven suele estar cerca del orador con el objetivo de aportar frescura al mensaje. “Normalmente se pone detrás a gente de las nuevas generaciones de nuestro partido ya que da sensación de jovialidad y entusiasmo”, afirma Rocío López,  diputada nacional del PP por Toledo.

Los políticos tienen sus propios trucos para llegar al público. Es importante que sus mensajes se adecúen a la agenda de los medios, las preocupaciones de la opinión pública y la previsión del comportamiento electoral. Pero también lo es adaptar el mensaje a los destinatarios atendiendo a factores como la edad, el lugar de origen, el nivel socioeconómico, etc. “Cuando me dirijo a un público de avanzada edad, suelo comparar el panorama actual con otros tiempos más difíciles y precarios que ellos mismos vivieron. Sin embargo, si el auditorio es más joven, les hablo de la falta de oportunidades de cara al futuro. En definitiva, busco la identificación del público a través del mensaje” afirma Luis Carlos Sahuquillo, diputado nacional por Cuenca.

Pero además del mensaje, el mitinero también debe cuidar lo que no dice con palabras: gesticulación, proxémica, posturas, miradas, etc. “Muchas veces hablamos con las manos. Meros gestos como tocarse la nariz o meterse las manos en los bolsillos pueden significar que tienes algo que esconder o incluso que estás mintiendo”, añade Rocío López. Uno de los objetivos de los mítines es retransmitirse en televisión. Por ello todas estas técnicas adquieren tanta importancia. Para Nuria Martín, jefa de prensa del PSOE en Cuenca, “lo más importante es mirar a la cámara, da mucha seguridad”.

Por último, es importante saber que en la mayoría de los casos el discurso ya está preparado, y no por los propios políticos. Los mensajes suelen redactarlos los asesores del partido. Por todo esto, podríamos considerar que cada vez que acudimos a un acto de este tipo, estamos asistiendo a una verdadera obra de teatro.
Si te interesa, encontrarás un análisis más detallado en el reportaje Luces, cámara...¡Mitin!

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