El profesor y artista
reflexiona sobre el arte y el mundo actual a través de las nuevas tecnologías.
Por Pilar Piqueras, Raquel Martín y Cristina Barba.
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José Ramón Alcalá, profesor de Bellas Artes en la UCLM.
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José Ramón Alcalá, profesor de la Facultad de Bellas Artes de
Cuenca, enfocó estas nuevas utopías en la jornada celebrada en la UCLM el pasado 14 de marzo a través del net art. El profesor es un
especialista en este ámbito ya que además de ser Catedrático de
"Procedimientos Gráficos de Expresión y Tecnologías de la Imagen" en
la UCLM, es un artista que trabaja con nuevas tecnologías. También fundó en
1989 el MIDECIANT (Museo Internacional de Electrografía / Centro Innovación en
Arte y Nuevas Tecnologías) en el Campus de Cuenca. Tras la jornada “Nuevas
Utopías”, José Ramón Alcalá nos concedió una entrevista en la que habló sobre
su trayectoria y su valoración del arte hoy en día.
Pregunta: Para ti ¿Qué
es la utopía?
Respuesta: Alcanzar mis propios sueños. Soy
artista y tengo que darles forma. Es un trabajo que mezcla mis ideales
personales y mi ética, con la capacidad de dar forma al mundo, que se supone
que es el arte.
Pregunta: ¿Cómo da
forma al arte un artista? ¿Cómo evoluciona en el proceso?
Respuesta: He tratado que mis proyectos
artísticos tuvieran relación con los nuevos paradigmas de la nueva cultura
general en aras de conseguir un mundo mejor y un individuo más feliz. En
concreto, soy conocido por ser pionero en las artes digitales. Todo el mundo en
el que me muevo está ligado a la creencia en el uso correcto de la nueva
tecnología que se pone a nuestra disposición para poder mejorar el mundo y
nuestra felicidad. Siempre he estado relacionado con las nuevas tecnologías.
Hace treinta años que he tratado de superar este mal comienzo que tiene toda
nueva tecnología e ir un poco a lo fundamental, que son mis propias utopías. El
arte es algo que tiene que llegar a todo el mundo, el artista tiene que
expresarse con más claridad. Debe transmitir mejor, colaborar de manera
esencial en la construcción de un mundo mejor. Ese es mi trabajo en lo
relacionado con la utopía.
Sin
embargo, nos hemos hecho mayores, hemos entrado en crisis, la sociedad ha
abandonado toda conexión con la cultura de antes y ahora estamos llenos de
dudas, de incertidumbres y de miedos, incluso. Puede que parte de culpa la
tenga la nueva tecnología en la construcción de algo tan complejo. Yo creo que
todos estamos sufriendo, porque nos sentimos colaboradores en la construcción
de ese nuevo mundo y responsables de haberlo hecho mal.
Pregunta: ¿Cómo está
influyendo la tecnología en el arte?
Respuesta: De una manera absoluta y brutal.
No hay en este momento, ninguna disciplina artística que no se haya visto
afectada por el uso de la nueva tecnología. La nueva tecnología nos ha
permitido llevar esta obra de al arte al otro lado del mundo, pasar de lo
estático a lo dinámico y hacer de la obra cerrada, la obra abierta. Ha hecho el
planeta transparente para poder interactuar con el mundo en toda su globalidad.
Éstas son grandes conquistas y no podemos renunciar a ellas. Todo ha quedado
afectado por la potencialidad de las nuevas tecnologías.
Pregunta: ¿El arte
puede realmente cambiar el mundo?
Respuesta: Como artista no puedo cambiar el
mundo, pero puedo tratar de que el arte permita que la gente sea más consciente
de que tiene la capacidad de ver las cosas de otra manera. Creo que eso ya es
transformar el mundo. Aunque es poca cosa, estaría más cerca de esas pequeñas
utopías. Las grandes utopías ya no son alcanzables, pero las microutopías sí
que están a nuestro alcance. El arte en este caso, puede colaborar en la
construcción de pequeñas utopías, puede hacer a la sociedad consciente y creo
esa consciencia reaviva las pasiones y amplifica los poros de la piel. Creo que
un individuo que es consciente, que tiene pasión y que está atento a lo que
ocurre alrededor no puede fracasar, no puede ser infeliz. En este aspecto, soy
positivo en cuanto el papel del arte.
Pregunta: ¿Existe
algún ejemplo que simbolice el alcance de esas microutopías?
Respuesta: Hay ejemplos. Algunos nos son tan
claramente de acción social. Tienen que ver con la idea de cómo nos vemos. Hay
un ejemplo que está a la vanguardia de mi especialidad, que es el Net.art.
Dentro de los movimientos del Net.art (que es el arte en, de, por y para la
red) hay un aspecto que son los hackers. Esta figura parece estar salido del
ámbito de la política, de los movimientos sociales, pero no es así. El hacker es
un artista, aunque la Net.art es algo mucho más complejo que va más allá de
figuras específicas y la imagen. Algunos artistas
nos ofrecen herramientas muy útiles para cosas muy importantes como han sido
los movimientos anti globalización, como poner en jaque a las grandes
corporaciones que hacían abuso de su poder. Esto se hace mediante proyectos
artísticos o por lo menos que son concebidos como arte. Tal vez, he ampliado
mucho el territorio de lo que significa el arte, pero es que ése es el dilema
actual. Personalmente, esta complejidad me parece que está muy bien porque
encaja en una de las máximas más importantes del arte del siglo XX: arte igual
a vida. Es decir, llegar a fundir o poner muy próxima la actividad artística
con la actividad diaria, con lo que ocurre en la realidad.
Pregunta: Si ya era difícil contestar a la pregunta
de qué es el arte, con las nuevas tecnologías se ha añadido una nueva vertiente
a este concepto. ¿Crees que estas nuevas herramientas son un lastre o una
ventaja?
Respuesta: No hay
lastres ni ventajas. El arte, cuando es verdaderamente arte, es contemporáneo,
actual y moderno. ¿Qué significa esto? Que trabaja por y para su tiempo. Cada
vez que hay una crisis social, cada vez que hay un cambio de paradigmas, cada
vez que desmantelamos una cultura para implementar otra, surge un nuevo arte
completamente diferente. No es mejor ni peor, ni más evolucionado ni menos, es
el arte que le corresponde a su tiempo para explicar cómo era ese tiempo. El
verdadero arte es el reflejo de su tiempo.
Por ello, en la actualidad el arte no puede eludir qué significa espacio
electrónico, ni Internet, ni imagen digital, ni comunicación global. Son
consustanciales a nuestra manera de ser. Hoy, el mundo es también lo que
vivimos con Internet, lo que experimentamos con
Internet. Por tanto, necesitamos la experiencia de Internet para volver
al arte y que nos devuelva una mirada actualizada. Ese es el trabajo.
Pregunta: Eres el creador y director del MIDE, ¿cómo
surgió la idea de crear este Museo en Cuenca?
Respuesta: En 1988,
yo entré en esta Facultad como profesor asociado porque ya era un artista muy
reconocido. Hacía copy-art, fax-art, utilizaba tecnologías. Al año de estar
aquí, el rector de entonces Luis Arroyo me llamó y me dijo: “Oye, me he enterado
por unos colegas tuyos alemanes y franceses que tú tienes y gestionas unas
colecciones de arte que, a lo mejor, podrían venir aquí”. Efectivamente, yo
había sido comisario de la II Bienal Internacional de Electrografía, tenía una
serie de grupos artísticos funcionando a nivel internacional y tenía
colecciones importantes de arte. Así que Luis me dijo: “Móntanos algo. Crea
algo para la UCLM, para la Facultad de Cuenca “. Y entonces, se me ocurrió
crear el Museo Internacional de Electrografía. Yo no pensaba crear un museo, yo sólo quería mostrar cosas que no
se estaban enseñando en los museos ni en las galerías de ese momento, de
finales de los años ochenta. Pero sí que tenía interés como profesor, como
investigador y como artista en crear un centro de investigación. Entonces, fue
el precio que tuve que pagar. Creé el Museo de Electrografía y al cabo de un
año, mediante un convenio con Canon España y Canon Europa, metimos un montón de
tecnología y creamos el primer taller de arte tecnológico en España que estaba
ligado al MIDE. Ésa fue la creación del MIDE y tuvo muchísimo éxito. No tuvo
ningún eco en el plano oficial porque pasaron completamente de nosotros, pero
hicimos un gran trabajo. Por el MIDE pasaron los artistas más modernos, más
radicales, más underground que usaban o querían usar tecnología y vinieron de
Japón, de Australia, de Estados Unidos, de Canadá, de toda Europa… Ahora hay
casi 4.500 obras, muchas de ellas
producidas en los propios talleres del MIDE. Hubo un momento de esplendor: la
Comisión Europea lo recomendó como un centro ejemplar, la Universidad estaba
encantada… pero ponía muy poquitos recursos. Todo lo sacaba yo de la chistera.
Y entonces, llegó un enfrentamiento político: la Diputación quiso hacerle una
“vendetta” a la Universidad y la cabeza de turco fue el MIDE. Es decir, de la
noche a la mañana, nos llegó una nota de la entonces Presidenta de la
Diputación de Cuenca, que además era la dueña del edificio donde se alojaba el
MIDE y el Vicerrectorado la Universidad, diciendo: “Mañana hay que desalojar,
el edificio es nuestro. La Universidad se va a la calle”. El periplo de las
obras fue tremendo porque en un día no nos dio tiempo a pararlo todo. Las
colecciones fueron de aquí para allá en malas condiciones y se nos estropearon
muchas de ellas. Después de doce años, hemos conseguido tener un poco de
estabilidad con los talleres, con los almacenes, las obras están a disposición
de la gente, hay una página web, estamos reordenado todas las colecciones…En
fin, el proyecto es muy ilusionante pero hace dos años nos paralizaron los
presupuestos y el taller por la crisis. Nos han quitado los becarios, los
investigadores, el presupuesto… El MIDE es otra de las víctimas de esta terrorífica
situación que estamos viviendo, pero el proyecto está ahí y nosotros seguimos
vivos.
Pregunta: ¿Crees que
se volverá a abrir?
Respuesta: Si tuviéramos un edificio sería
posible, pero alguien nos tiene que ofrecer un espacio donde poder colgar las
obras, donde poder mostrar las cosas. En la red sí que estamos. Estamos
trabajando con la web haciendo una asociación y poniendo todo a disposición de
los investigadores y del mundo en general. Estamos reescribiendo, porque esto
es muy importante, estamos poniendo en valor la colección porque hay que tener
en cuenta que el arte conforme va pasando el tiempo va determinándose si va a
pasar a la historia o no. Nadie sabe de lo que estamos produciendo, lo que
quedará para la historia y lo que no. De hecho, el arte que consideramos
maravilloso es el que estaba despreciado a fecha de estar vivos esos pintores,
entonces hoy nos pasa lo mismo con la colección. Emites una colección
espectacular hecha a tope de riesgo, es decir, apostamos por lo que nadie
quería, apostamos por las prácticas más experimentales y más revolucionarias.
Estamos poniendo en valor y nos damos cuenta de que hay un porcentaje pequeño pero
que es muy importante, y que si sabemos hablar de él, de esa pequeña porción de
obras que asesoramos en nuestra colección, probablemente podremos aportarle a
la historia del arte de la segunda mitad del siglo XX materiales inéditos que
no se contaban. Esa es nuestra pretensión en estos momentos. Es verdad que el
porcentaje es pequeño, pero de cuatro mil y pico obras un diez por ciento son
cuatrocientas obras, que es mucha obra. Mucha obra hecha por japoneses, por
alemanes, por americanos… Que lo que tenemos que saber hacer, y aquí dependerá
nuestra inteligencia y sabiduría, es escribir bien esta historia, decir
exactamente por qué consideramos que es importante. Que esas obras que están
ahí y son desconocidas, por qué son importantes. No son desconocidas para los
especialistas, para ellos son muy conocidas, pero son desconocidas para el
ambiente en general, porque nadie ha escrito una historia del arte de estas
cosas. Y ese es nuestro trabajo ahora, es un trabajo ilusionante, que nos
apasiona y que en el fondo es lo único que podemos hacer a coste cero, que es
lo que hay. Pero ahí estamos, utopías.